La actriz, quien se dio el lujo de elegir al mismísimo Luis Buñuel como su director y servir como salvadora de la destrucción de una copia de uno de filmes más famosos del director a manos del fascismo, falleció en la Ciudad de México dejando atrás una de las carreras más largas y prolíficas del espectáculo hispanoamericano.
La actriz, quien se dio el lujo de elegir al mismísimo Luis Buñuel como su director y servir como salvadora de la destrucción de una copia de uno de filmes más famosos del director a manos del fascismo, falleció en la Ciudad de México dejando atrás una de las carreras más largas y prolíficas del espectáculo hispanoamericano.
Una mecanógrafa con ganas de triunfar
Silvia Pinal Hidalgo nació en la Ciudad de México el Día del Grito de Dolores, el 16 de septiembre, pero de 1931. Su padre biológico, Moisés Pasquel, no la reconoció como su hija legítima. Sin embargo, Luis Pinal Blanco, un periodista, militar y político, con quien se casó su madre, María Luisa Hidalgo Aguilar, tiempo después registraría a Silvia como su hija y le daría su apellido.
En su juventud, Pinal combinó su trabajo como secretaria con clases de ópera. Su primer paso hacia la fama ocurrió cuando fue invitada a participar en un certamen de belleza, en el que obtuvo el título de Princesa Estudiantil de México; en su coronación conoció a los actores mexicanos Rubén Rojo y Manolo Fábregas.
Durante su estancia en la academia de música audicionó para conseguir un papel en la ópera La Traviata, en la cual no logró éxito alguno. Después de ese fracaso, fue alentada por un profesor para que ingresara en la academia de Bellas Artes de México, donde fue alumna de los famosos dramaturgos Carlos Pellicer, Salvador Novo y Xavier Villaurrutia.
Aún como secretaria en una farmacéutica, Pinal conoció al actor y director mexicano de origen español Rafael Banquells durante una participación que tuvo durante la grabación de una comedia de radio. Ambos comenzaron una relación laboral y de amistad que derivó en matrimonio en el año de 1947, del cual fue padrino el mismísimo Mario Moreno ‘Cantinflas’.
El debut de Silvia Pinal en el cine
En 1949, Pinal debutó en el cine con un papel en la cinta El pecado de Laura, donde trabajó junto a su marido, Rafael Banquells.
Durante la década de 1950, se mantuvo muy activa en la pantalla grande en películas como El Rey del Barrio (1950), junto a Germán Valdez Tin-Tan; Un Rincón Cerca del Cielo (1952) y Un Extraño en la Escalera (1954), protagonizada junto a Arturo de Córdova, y en la que fue descubierta en ella la expresión más excitante y sensual del cine mexicano de aquella época.
En 1956, estelarizó junto a Pedro Infante, el ícono del cine mexicano, la cinta El Inocente. Ese mismo año protagoniza por primera y única vez bajo las órdenes del afamado director mexicano Emilio ‘El Indio’ Fernández la película Una Cita de Amor.
El éxito y la popularidad que alcanzó Pinal en México a finales de la década de 1950 le abrieron las puertas para trabajar en Europa.
Su primer trabajo en ese continente fue la cinta hispano-mexicana Las Locuras de Bárbara (1958). En España, trabajó en la película musical Charleston, Maribel y la Extraña Familia (1960) y, un año más tarde, en el musical español Adiós, Mimí Pompom.
Silvia Pinal eligió a Buñuel como su director
“Es una vanidad muy grande lo que voy a decir, pero yo escogí a Luis Buñuel, no él a mí”, contó Silvia Pinal en su biografía titulada Esta soy yo (Porrua, 2015).
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