En un par de semanas cerca de un millón de estudiantes de las escuelas públicas de la Ciudad de Nueva York regresarán a las aulas y varias agencias municipales afinan estrategias para manejar el clima de incertidumbre y orientar con información valiosa a las familias, ante la agudización de los operativos de deportaciones, durante estas vacaciones de verano. En los hechos, aunque varios estudiantes en diferentes circunstancias han encarado procesos, que en algunos casos han terminado en la remoción del país, no hay registro de los Servicios de Inmigración y Aduanas (ICE) en los espacios escolares. Y en este momento, no hay la mínima expectativa de que esto suceda.
La gran proporción de los estudiantes que han sido deportados, o están en centro de detención, acudían con sus familias a citas en corte de migración.
En este escenario, el temor razonable de la madre venezolana “Rosario”, que con toda certeza se multiplica en miles de historias familiares en la Gran Manzana, es que en su caso muy específico enfrenta una orden de deportación, desde hace dos años.
La inmigrante confiesa que no le da pánico terminar tarde o temprano “montada en un avión y devuelta a su país, sino que la separen de sus dos niños de tercer y quinto grado”.
“Hay una realidad. Yo tengo una sentencia lista. Yo sé que a mis niños no se los van a llevar de la escuela, pero a mí en cualquier momento sí. Ese es el pánico. No queda más que apostar que si pasa, nos lleven a todos”, confesó.